sábado, 1 de octubre de 2016

Arvores do Alentejo

Teresa Silva Carvalho



Su carrera musical empieza en 1956, cuando participa en un espectáculo de beneficencia con 18 años. Luego encontró una oportunidad de acudir a la Emisora Nacional para darse a conocer. Al tiempo que empezaba a estudiar en la Escuela de Hostelería, asistía a clases de canto. Tras terminar sus estudios obtiene una beca de estudios en Suiza de manera que, a su vuelta, consigue ser elegida subdirectora de la escuela donde estudió.

En la década de los 60 se decide a emprender el camino de la profesionalización asistiendo a la Expo Portugal de Río de Janeiro en 1965 y cantando en diversos programas televisivos y algunas casas de fados (más regularmente en la Taberna do Embuçado) a partir de 1967, recibiendo un premio de cantante revelación en 1971. 

En 1969 había grabado su primer disco. Continuaría esa experiencia en 1972 en colaboración con José Afonso. En 1976 grabaría su disco “Fados” para actuar junto a Carlos do Carmo durante un tiempo en la década de los 80. De aquel tiempo es la canción “Arvores do Alentejo” siguiendo un poema de Florbela Espanca.

No continuó por ese camino y prefirió apartarse de la música para dedicarse a la fotografía entre otras formas artísticas a partir de 1988.



Horas mortas... Curvada aos pés do Monte 
A planície é um brasido... e, torturadas, 
As árvores sangrentas, revoltadas, 
Gritam a Deus a bênção duma fonte! 

E quando, manhã alta, o sol posponte 
A oiro a giesta, a arder, pelas estradas, 
Esfíngicas, recortam desgrenhadas 
Os trágicos perfis no horizonte! 

Árvores! Corações, almas que choram, 
Almas iguais à minha, almas que imploram 
Em vão remédio para tanta mágoa! 

Árvores! Não choreis! Olhai e vede: 
- Também ando a gritar, morta de sede, 
Pedindo a Deus a minha gota de água!


(Pulsar para ver el vídeo)


Horas muertas ... Curvada a los pies del monte
La llanura es un brasero... y torturados,
Los árboles sangrientos, agitados,
¡Claman a Dios la bendición de una fuente!

Y cuando, la mañana alta, el sol borda
De oro la retama, ardiendo, por los caminos,
Como esfinges, recortan desgreñados
¡Los trágicos perfiles en el horizonte!

¡Árboles! Corazones, almas que lloran,
Almas iguales a la mía, almas que imploran
¡En vano remedio para tanto pena!

¡Árboles! ¡No lloréis! Mirad y ved:
También estoy gritando, muerta de sed,
¡Pidiéndole a Dios mi gota de agua!

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