martes, 23 de febrero de 2016

Lisboa menina e moça

Carlos do Carmo


Tras la Revolución de los Claveles en 1974, el fado cayó en el descrédito, asociado a la imagen de la dictadura que hasta ese año dominó la política portuguesa. Los jóvenes dieron la espalda al fado, tenido por una forma musical caduca y sin interés. Las casas de fados languidecieron o cerraron sus puertas. 

Cuando una nueva generación, que habría de ser quizá la más importante de la historia, la de más éxito multitudinario al menos, levantó la cabeza y deseó recuperar otros valores en esa forma musical, tuvo dos referencias: una, muy cercana en el tiempo pero algo alejada en la influencia, fue Misia. Pero ella venía desde España, triunfaba en Europa al compás de la llamada "world music" o música étnica. Portugal no la aceptó fácilmente aunque para los jóvenes sus influencias variadas, la libertad de sus fados, fueran importantes.

Sin embargo, el engarce entre la nueva generación de fadistas y la más clásica lo constituyó un hijo de una cantante tan conocida como Lucília do Carmo. Su hijo Carlos, nacido en 1939, había vuelto desde Suiza, donde estudiaba hostelería, en 1963, para hacerse cargo de los negocios y la casa de fados familiar al morir su padre. Allí retomó el gusto por el fado grabando al año siguiente un clásico: "Estranha forma de vida". Siendo un joven de ideas de izquierdas, no era sospechoso de haber convivido con la dictadura. Siendo hijo de quien era, estaba enraizado en el fado más clásico. Sin embargo, llegó a la música teniendo como ídolo a Frank Sinatra, nada menos, y con una rendida admiración por la música brasileña y francesa. Los fadistas más clásicos, poco a poco, se fueron rindiendo a este renovador que, al tiempo, fue la referencia más importante entre lo clásico y lo moderno, entre Portugal y España.

Del fado dijo en cierta ocasión que era: "Un puñetazo al corazón. Lo siento así. Tiene que ver con la profundidad del alma. Algo misterioso que logra dejar un mensaje de amor, alguna esperanza. Esa idea que se tiene fuera de Portugal de que es sufrimiento y dolor, me resulta absolutamente insoportable, -se indigna-. Una niña de 20 años, cantando fado con los ojos cerrados y cara de estar sufriendo, no me gusta nada. Hay algo que no está bien".

Traemos en primer lugar esta canción que compuso Ary dos Santos para él y que se ha convertido, a su vez, en un clásico cantado por todas las generaciones que le sucedieron.



No castelo, ponho um cotovelo
Em Alfama, descanso o olhar
E assim desfaz-se o novelo
De azul e mar
À ribeira encosto a cabeça
A almofada, na cama do Tejo
Com lençóis bordados à pressa
Na cambraia de um beijo

Lisboa menina e moça, menina
Da luz que meus olhos vêem tão pura
Teus seios são as colinas, varina
Pregão que me traz à porta, ternura
Cidade a ponto luz bordada
Toalha à beira mar estendida
Lisboa menina e moça, amada
Cidade mulher da minha vida

No terreiro eu passo por ti
Mas da graça eu vejo-te nua
Quando um pombo te olha, sorri
És mulher da rua
E no bairro mais alto do sonho
Ponho o fado que soube inventar
Aguardente de vida e medronho
Que me faz cantar

 Lisboa menina e moça, menina
Da luz que meus olhos vêem tão pura
Teus seios são as colinas, varina
Pregão que me traz à porta, ternura
Cidade a ponto luz bordada
Toalha à beira mar estendida
Lisboa menina e moça, amada
Cidade mulher da minha vida

Lisboa no meu amor, deitada
Cidade por minhas mãos despida
Lisboa menina e moça, amada
Cidade mulher da minha vida



(Pulsar para ver el vídeo)



En el castillo me acodo
En Alfama, descanso la mirada
Y así se deshace el enredo
De azul y mar
En la ribera reposo la cabeza
La almohada, en la cama del Tajo
Con sábanas bordadas deprisa
En el tejido de un beso

Lisboa niña y muchacha, niña
De la luz que mis ojos ven tan pura
Tus senos son las colinas, pescadera
Pregón que a mi puerta trae ternura
Ciudad sobre la luz bordada
Toalla extendida a orillas del mar
Lisboa niña y muchacha, amada
Ciudad mujer de mi vida

En la plaza paso por ti
Más de gracia te veo desnuda
Cuando un palomo te mira, sonríe
Eres mujer de la calle
Y en el barrio más alto del sueño
Pongo el fado que supe inventar
Aguardiente de vida y madroño
Que me hace cantar

Lisboa niña y muchacha, niña
De la luz que mis ojos ven tan pura
Tus senos son las colinas, pescadera
Pregón que a mi puerta trae ternura
Ciudad sobre la luz bordada
Toalla extendida a orillas del mar
Lisboa niña y muchacha, amada
Ciudad mujer de mi vida

Lisboa, en mi amor acostada
Ciudad por mis propias manos desnuda
Lisboa niña y muchacha, amada
Ciudad mujer de mi vida

No hay comentarios:

Publicar un comentario