jueves, 10 de noviembre de 2016

Ó Portela

Antonio Pinto Basto


António Joăo Ferreira Pinto Basto nació en Évora en 1952. A los 13 años sus padres le llevaron a una feria donde, al escuchar fados, sintió nacer su vocación, según manifestó más tarde. Junto a sus hermanas organizó en el garaje de su casa un lugar de reunión con amigos donde empezó a cantar. Acudió a los poemas de su abuelo Joăo de Vasconcellos e Sá. Tras escucharle su tío José de Vasconcellos e Sá, decidió llevárselo a Lisboa cuando contaba 16 años.

Fue su tío quien le hizo participar en la Gran Noche del Fado, y le animó a realizar su primera grabación. Después pasó unos años estudiando ingeniería civil en Luanda, volviendo tras la Revolución del 25 de abril. Encontró trabajo en Siderurgia Nacional y contactó con su amigo Joăo Ferreira Rosa, quien le introdujo en el Embuçado, a partir de lo cual siguió una carrera cada vez más popular, donde se mezclaba el fado clásico con ritmos más festivos.


Ó Portela vem á janela
Ó Portela vem á janela
Que o povo fica contente
Por ouvir de novo a tua voz tão quente

Assim pedia toda a gente lá na aldeia
Que se juntava mesmo em frente a sua casa
Sofrendo aquele; quem espera desespera
P'lo rouxinol que não mais abria a asa

Longe ia a noite e toda a gente aguardava
Só mais um fado e ainda outro sem ter fim
Quando a janela tristemente se fechava
Falava o povo e a cantar pedia assim

Quem o ouvia noite fora lá na aldeia
Acompanhado á guitarra singular
Era o silêncio bem atento e a plateia
Nem se lembrava dos minutos a passar

Quem lhe sentia a emoção e o calor
Em cada fado interpretado a preceito
Cada palavra tinha peso e o fervor
Que penetrava docemente em cada peito


(Pulsar para ver el vídeo)


Oh Portela asoma a la ventana
Oh Portela asoma a la ventana
Que el pueblo es feliz
Al escuchar de nuevo tu voz tan cálida

Así pedía toda la gente allá en la aldea
Que se juntaba justo enfrente de su casa
Sufriendo aquello; el que espera desespera
Por el ruiseñor que ya no abría el ala

Lejos quedaba la noche y toda la gente aguardaba
Sólo otro fado y aún otro sin fin
Cuando la ventana tristemente se cerraba
Hablaba el pueblo y así pedía al cantar

Quien lo oía por la noche allá en la aldea
Acompañado de una guitarra singular
Era el silencio muy atento y el público
Ni recordaba los minutos que pasaban

Quien sintió la emoción y el calor
En cada fado interpretado con rigor
Cada palabra tenía peso y el fervor
Que penetraba dulcemente en cada pecho

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